La misericordia de Dios en el siglo XXI Contemplar el corazón de Dios padre ante los pecadores, ante mi, pecador. Lucas 15, 1-10

Abstract

Con frecuencia, la experiencia de la misericordia de Dios es distante de nuestro tiempo. Una de las razones es la cultura alrededor, lo que nos hace mantener un clima de violencia e indiferencia. Por lo tanto, mantenemos siempre a la defensiva ante el hermano, el vecino, y cualquier persona que trata de cerca de nosotros. Muchas veces, las personas se preguntan los problemas que enfrentan, y si Dios tiene misericordia de ellos. Se sienten tan mal que no son capaces de experimentar el auto-perdón. En cambio, la actitud de los jueces de sí mismos, no permite ver cómo pueden merecer el perdón de Dios. Otros caen en la laxitud que consiste en pensar que no hay ni Dios ni ley, situación que conduce a un estilo de vida en la que no aparecen ni perdón proceso de conversión. Sólo cuando el creyente humano deja que Dios lo ama, y descubre este amor en el perdón hacia él y los demás, puede reconocer la misericordia de Dios como un regalo. Esta nueva situación le permite no sólo se encuentran, pero valorando el otro para la bondad en la profundidad del ser, sin apariencias o fracasos. La unión con el otro y permitir que el otro se une a su vez, lo desafía a volver a la naturaleza original del hombre libre, capaz de relacionarse, superando las barreras del odio y la venganza, con el fin de estar en una dimensión importante de la responsabilidad mutua y exponer a vivir de esta manera la rica experiencia de la misericordia en la comunidad. La narración se presenta en las dos primeras parábolas de la misericordia, según el Evangelio de San Lucas 15, 1-10, ofrece una nueva visión del verdadero rostro del Padre Eterno, Quien no quiere 10 ninguno de los que han salido de sus manos se pierden. En estas parábolas, Jesús le dijo a los fariseos que murmuraban diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos". Vamos a ser amado por Dios y amar como Dios nos ama. Así que vamos a experimentar su misericordia permanentemente en la diversidad de relaciones en las que puede producirse, con el fin de vivir la verdadera libertad de los hijos de Dios que camina tanto, la santidad personal y comunitaria