Se ha evidenciado que existe una correlación negativa entre la inteligencia emocional (IE) y
los trastornos psiquiátricos, lo que sugiere que aquellas personas con niveles más bajos de inteligencia
emocional podrían experimentar mayores síntomas de depresión, ansiedad y estrés. En este contexto, la
IE emerge como factor protector para la salud mental y bienestar de los jóvenes. Objetivo: identificar
diferencias en la inteligencia emocional entre adolescentes con diagnóstico psiquiátrico y aquellos sin
diagnóstico. Método: se emplea un diseño cuantitativo no experimental y se utiliza el SENA para medir
la IE, centrándose en las áreas de problemas emocionales, recursos personales, problemas de control de
la ira, agresión, problemas de regulación emocional, autoestima e integración y competencia social.
Resultados: no se encontraron diferencias significativas en el desarrollo emocional relacionadas con el
diagnóstico psiquiátrico, edad o estrato socioeconómico. No obstante, se observaron diferencias
significativas con un p<0.05 en género, donde las mujeres mostraron mayores problemas. Discusión: los
resultados difirieron con lo encontrado en investigaciones previas sobre diagnóstico psiquiátrico, que
encontraron diferencias al menos en algunos aspectos de la IE y por estrato socioeconómico. Sin
embargo, coincidió con diversas investigaciones en lo referente a las variables de edad y sexo.
Conclusiones: se destaca la necesidad de realizar intervenciones psicoeducativas de IE que promuevan el
trabajo conjunto entre las instituciones académicas y la familia con el fin de mejorar la salud mental de
los menores.
It has been evidenced that there is a negative correlation between emotional intelligence
(EI) and psychiatric disorders, suggesting that individuals with a lower level of emotional intelligence
may experience more pronounced symptoms of depression, anxiety, and stress. In this context, EI
emerges as a protective factor for the mental health and well-being of young people. Objective: to
identify differences in emotional intelligence between adolescents with a psychiatric diagnosis and
those without a diagnosis. Method: a non-experimental quantitative design is employed, using the SENA
to measure EI, focusing on areas such as emotional issues, personal resources, anger control problems,
aggression, emotional regulation issues, self-esteem, and social integration and competence. Results: no
significant differences were found in emotional development related to psychiatric diagnosis, age, or
socioeconomic status. However, significant differences were observed with a p<0.05 based on gender,
where women exhibited greater problems. Discussion: the results differed from previous research
regarding the presence of a psychiatric diagnosis, which found differences in at least some aspects of EI,
as well as socioeconomic status. Nevertheless, they coincided with various studies regarding age and
gender variables. Conclusions: emphasis is placed on the need for EI psychoeducation activities that
promote collaboration between academic institutions and families to enhance the mental health of
minors