Atarrayando La Miel

Abstract

Este proyecto investigó la transformación que han tenido los pescadores del río La Miel en el corregimiento de San Miguel, Sonsón, Antioquia durante los últimos años hasta convertirse en guías ecoturísticos (empíricos) y abrir paso a una nueva oferta económica dentro del lugar. San Migueles un corregimiento rivereño a orillas del río La Miel perteneciente a la cuenca del Magdalena, históricamente dentro de sus principales pilares económicos se ha encontrado la pesca, sin embargo, por diversas problemáticas como la minería, la llegada de una hidroeléctrica, el uso del recurso, entre otros factores, han modificado el cauce del afluente y con ello la diversidad de la fauna acuática, debilitando el oficio de gran parte de la comunidad que vive de ello. Durante los últimos años el auge ecoturístico ha venido incrementando en la zona y con ello ha brindado una oportunidad para que los pescadores sigan haciendo su trabajo y además generen ingresos como guías, ya que por su gran experiencia y conocimiento del río les da facilidad para apropiarse de este oficio que con su idiosincrasia particular llama la atención del foráneo y saca adelante esta labor de manera empírica. Combinar la labor de guías turísticos con el oficio de pescadores es una gran apuesta no solo a nivel económico para la comunidad sino también a nivel medio ambiental para la región, pues promover este tipo de espacios recreativos de manera responsable permite que las personas externas al campo conozcan la cultura de los pueblos y aprendan sobre la riqueza en fauna y flora que tiene el país. Cabe destacar que el ecoturismo es uno de los sectores a nivel nacional que tienen mayor proyección económica y que de hecho para el 2018 contribuyó al Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia en un 3,8 por ciento mientras que el crecimiento de la economía fue de 2,7 por ciento (Manzo, 2019). Lo que demuestra a través de las cifras otorgadas por la presidenta y CEO del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, que emprender en un corregimiento como San Miguel rico en fauna y flora es una gran apuesta en la innovación del lugar y transformación del oficio de pescar, permite que las familias consigan el sustento para sus hogares y a la vez preservar la cultura, pues la caza de peces es una de las primeras actividades que datan en la historia de la humanidad y en ellas van inmersos conocimientos impartidos de generación en generación. Faenas de noche y de día para pescar bagre rayado y bocachico. Canoas en alta mar o al borde de la costa de donde cuelgan anzuelos, cóngolos o canastas de mano. Paciencia y precisión. Un sinfín de cuentos y canciones para el río. Eso es solo una partecita de la riqueza de esta actividad de la que viven alrededor de 35.000 pescadores gracias a las aguas del río Magdalena, un afluente que hasta hace 40 años proveía hasta 70.000 toneladas de pescado anualmente, ahora solo 10.000. Estos hombres y mujeres, en especial sus conocimientos y sus técnicas, acaban de ser aprobados entre las postulaciones para convertirse en patrimonio cultural inmaterial de la nación.(EL TIEMPO, 2019).